“Y con optimista estupor nos dimos cuenta de insospechadas verdades. Existía México como país con capacidades, con aspiraciones, con vida, con problemas propios…No era nada más una transitoria o permanente radicación geográfica del cuerpo estando el espíritu domiciliado en el exterior. Y los indios y los mestizos y los criollos, realidades vivas, hombres con todos los atributos humanos…Existían México y los mexicanos.”
Manuel Gómez Morín (1915)
La Decena Trágica desencadenó nuevos enfrentamientos, dio pie a más y mayor inestabilidad y generó férreas resistencias armadas por parte de, entre otros, los siguientes líderes revolucionarios:
- Zapata modificó el Plan de Ayala el 30 de mayo de 1913 para especificar que la lucha era tanto contra Huerta como contra Pascual Orozco porque lo había reconocido y que él asumiría la jefatura del movimiento revolucionario.
- El gobernador de Coahuila, Venustiano Carranza, desconoció al régimen huertista y proclamó el Plan de Guadalupe el 6 de marzo de 1913.
- Francisco Villa regresó de EE. UU. para levantarse en armas en Chihuahua.
- En el noroeste, Pablo González, con apoyo de las fuerzas constitucionalistas de Carranza, terminó imponiéndose en Nuevo León, Tampico, San Luis Potosí y Querétaro.
Por medio de los Tratados de Teoloyucan (14 de agosto de 1914), los ejércitos constitucionalistas obtuvieron la rendición del régimen de Huerta y comenzó con ello un reacomodo de fuerzas entre las tres visiones principales de la revolución (Carranza, Villa y Zapata). Después de los desencuentros y del reestablecimiento temporal de las relaciones entre Villa y Carranza (Pacto de Torreón del 8 de julio), el intento más importante de lograr acuerdos perdurables entre los revolucionario fue la convocatoria carrancista a la Convención de Aguascalientes (10 de octubre de 1914), otro intento de acuerdos fue el que llevó a cabo la Junta Permanente de Pacificación. No obstante, ninguno de estos esfuerzos dio resultados porque se cumplieron sólo parcialmente o, como fue el caso de Carranza, los términos establecidos fueron completamente rotos. Ante las conclusiones de la Convención de Aguascalientes, Carranza (apoyado por su general de confianza Álvaro Obregón) decidió establecer su gobierno en Veracruz, mientras que la Convención (prácticamente villista) elegía como presidente a Eulalio Gutiérrez. Por su parte, los zapatistas, lograron un acuerdo con los villistas y firmaron el Pacto de Xochimilco el 8 de diciembre de 1914.
1915 fue un año de luchas constantes entre villistas y zapatistas, por un lado, y carrancistas, por el otro. Estos últimos fueron imponiendo, de manera conjunta, su dominio militar, institucional y legal. A través de la ley agraria del 6 de enero de 1915, por ejemplo, se expropiaban las banderas y reclamos originalmente zapatistas. Del mismo modo, a mediados de febrero, la Casa del Obrero Mundial firmó con Carranza un pacto de colaboración incorporando con ello combatientes urbanos al constitucionalismo, garantizando el patrocinio oficial al movimiento obrero y configurando las posteriores alianzas del Estado con el sindicalismo mexicano.
El 19 de septiembre de 1916, Carranza convocó a un congreso constituyente para codificar la Constitución de 1917. El 22 de octubre fueron celebradas las elecciones de los diputados constituyentes cuyo requisito único fue haber permanecido fieles al Plan de Guadalupe y al liderato de Carranza. Ya para entonces, los triunfales revolucionarios estaban lejos de ser un bloque unitario y pronto se producirían nuevos deslindes políticos e ideológicos entre Carranza y Obregón.
El 5 de febrero de 1917, Carranza proclamó la constitución y anunció que las elecciones presidenciales y del Congreso de la Unión se efectuarían el día 11 de marzo. Carranza triunfó y tomó posesión de la presidencia el 1 de mayo.
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