miércoles, 9 de febrero de 2011

Encuesta Nacional sobre Cultura Política y Prácticas Ciudadanas 2008.

Al contrastar la evolución de las Cartas Magnas en México y EE. UU., es posible observar, por un lado, las constantes “modificaciones” hechas a las leyes fundamentales en nuestro país, mientras que, por otro lado, resulta muy interesante apreciar la constancia de la Constitución de los Estados Unidos. Así, mientras que en México son observables por lo menos seis intentos (con mayor o menor éxito) de establecer leyes constitucionales, en los Estados Unidos su primera Constitución ha sido la única. Esto sin considerar, la desproporcionada disparidad en la cantidad de reformas hechas en las respectivas constituciones vigentes, así por ejemplo, en el caso de México 502 reformas desde 1917 y en el caso de Estados Unidos 27 desde 1787.          

Constituciones total o parcialmente vigentes en México desde el inicio de su independencia.
Constitución
Fecha de promulgación
Reformas a la
Constitución vigente
Constitución de Apatzingán
22 de octubre de 1814
---
Constitución Federal
4 de octubre 1824
---
Leyes Constitucionales
29 de diciembre de 1836
---
Bases de Organización Política de la Nación
13 de junio de 1843
---
Constitución de 1857
5 de febrero de 1857
---
Constitución de 1917
5 de febrero de 1917
502


Constitución vigente en Estados Unidos desde su independencia.
Constitución
Fecha de promulgación
Reformas a la
Constitución vigente
Constitución de Estados Unidos
17 de septiembre de 1787
27

En Estados Unidos, de acuerdo a Tocqueville: “El estado social es corrientemente el producto de un hecho, a veces de las leyes y muy frecuentemente de ambas cosas unidas; pero una vez que existe, se le puede considerar a él mismo como la causa primera de la mayor parte de las leyes, de las costumbres y de las ideas que rigen la conducta de las naciones. Así para conocer la legislación y las costumbres de un pueblo es necesario comenzar a estudiar su estado social…El estado social de los norteamericanos es eminentemente democrático. Ha tenido ese carácter desde el nacimiento de las colonias; lo tiene aún más en nuestros días…He sostenido en el capítulo precedente que predominaba una gran igualdad entre los emigrantes que fueron a establecerse a las orillas de Nueva Inglaterra. El germen mismo de la aristocracia no fue trasladado nunca a esa parte de la Unión.”
    Según este mismo autor: “Todas las colonias inglesas tenían entre sí, en la época de su nacimiento, un gran aire de familia. Todas, desde un principio, parecían destinadas a contribuir al desarrollo de la libertad, no ya de la libertad aristocrática de su madre patria, sino de la libertad burguesa de la que la historia del mundo no presentaba todavía un modelo exacto…Los emigrantes o, como ellos se llamaban a sí mismos, los peregrinos (pilgrims), pertenecían a esa secta de Inglaterra a la cual la austeridad de sus principios había dado el nombre de puritana. El puritanismo no era solamente una doctrina religiosa; se confundía en varios puntos con las teorías democráticas y republicanas más absolutas."
     En México, de acuerdo al Artículo 71. de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos:
                            El derecho de iniciar leyes o decretos compete:
                            I. Al Presidente de la República;
                            II. A los Diputados y Senadores al Congreso de la Unión; y
                            III. A las Legislaturas de los Estados.
Ahora bien, ¿quiénes y quiénes no se encuentran informados sobre estos procedimientos?, ¿hasta qué punto inciden la participación ciudadana en esos proceso?, ¿quiénes efectivamente participan en ellos? y ¿quiénes se aproximan a sus representantes políticos?
     De acuerdo a la Encuesta Nacional sobre Cultura Política y Prácticas Ciudadanas 2008, ante la pregunta ¿qué es lo que los diputados y senadores toman más en cuenta al elaborar las leyes?, los resultados fueron los siguientes:
Y mientras que ocho de cada diez ciudadanos opinan que los partidos políticos son poco, algo o muy necesarios para que el gobierno funcione:


Por otro lado, siete de cada diez mexicanos no tiene confianza o tiene poca confianza en los partidos políticos: 


En pleno siglo XXI, ¿es deseable que, en México, la injerencia de las personas en los asuntos públicos sea parecido al de aquellos puritanos norteamericanos?, y en todo caso, ¿cómo y hasta qué punto las personas menos privilegiadas en nuestro país tienen una influencia efectiva en los diversos asuntos del poder, sobre todo si se considera que, según lo indica esta encuesta, muchos no encuentran gran interés en estos asuntos?  

lunes, 7 de febrero de 2011

…“Y vivió feliz largos años.”

…“Y vivió feliz largos años.” Tantos, como aquellos en que la gente no puso reparos en su falla. Él mismo no había concedido mayor importancia a la oscuridad que le arrebataba media visión. Desde pequeñuelo se advirtió el defecto, pero con filosófica resignación habíase dicho: “Teniendo uno bueno, el otro resultaba un lujo.” Y fue así como se impuso el deber de no molestarse a sí mismo, al grado de que llegó a suponer que todos veían con la misma misericordia su tacha; porque “teniendo uno bueno…”
    Más llegó un día infausto; fue aquel cuando se le ocurrió pasar frente a la escuela, en el preciso momento en que los muchachos salían. Llevaba él su cara alta y el paso garboso, en una mano la cesta desbordante de frutas, verduras y legumbres destinadas a la vieja clientela.
    “Ahí va el tuerto”, dijo a sus espaldas una vocecita tipluda.
    La frase rodó en medio del silencio. No hubo comentarios, ni risa, ni algaraza…Era que acababa de hacerse un descubrimiento.
    Sí, un descubrimiento que a él mismo le había sorprendido.
    “Ahí va el tuerto”… “el tuerto”… “tuerto”, masculló durante todo el tiempo que tardo su recorrido de puerta en puerta dejando sus “entregos”.
    Tuerto, sí seño, él acabo por aceptarlo: en el fondo del espejo, trémulo entre sus manos, la impar pupila se clavaba sobre un cúmulo que se interponía entre él y el sol…
    Sin embargo, bien podría ser que nadie le diera valor al hallazgo del indiscreto escolar... ¡Andaban tantos tuertos por el mundo! Ocurriósele entonces (imprudente) poner a prueba tan optimista suposición.
    Así lo hizo.
    Pero cuando pasó frente a la escuela, un peso terrible lo hizo bajar la cara y abatir el garbo del paso. Evitó un encuentro entre su ojo huérfano y los múltiples burlones que lo siguieron tras la cuchufleta: “Adiós, media luz”.
    Detuvo la marcha y por primera vez miro como ven los tuertos: era la multitud infantil una mácula brillante en medio de la calle, algo sin perfiles, ni relieves, ni volumen. Entonces las risas y las burlas llegaron a sus oídos con acentos nuevos, como oyen los tuertos.
    Desde entonces la vida se le hizo ingrata.
    Los escolares dejaron el aula porque habían llegado las vacaciones: la muchachada se disperso por el pueblo.
    Para él la zona peligrosa se había diluido: ahora era como un manchón que se extendía por todas las calles, por todas las plazas…Ya el expediente de regir su paso por el portón del colegio no tenía valimiento: la desazón le salía al paso, desenfrenada, agresiva. Era la parvada de rapaces que a coro le gritaban:
                Uno, dos, tres,
                tuerto es…
O era el mocoso que tras el parapeto de una esquina lo increpaba:
    “Eh, tú, prende el otro farol…”
Sus reacciones fueron evolucionando: el estupor se hizo pesar, el pesar, vergüenza y la vergüenza, rabia, porque la broma la sentía como injuria y la gresca como provocación.
    Con su estado de ánimo, pero sin perder aquel aspecto ridículo, aquel aire cómico que tanto gustaba a los muchachos:
                Uno, dos, tres
                tuerto es…
Y él ya no lloraba; se mordía los labios, berreaba, maldecía y amenazaba con los puños apretados.
    Mas la cantaleta era tozuda y la voluntad caía en resultados funestos.
    Un día echó mano de piedras y las lanzó una a una con endemoniada puntería contra la valla de muchachos que le cerraban el paso; la pandilla se dispersó entre carcajadas. Un nuevo mote salió en esta ocasión: “Ojo de tirador.”
    Desde entonces no hubo distracción mejor para la caterva que provocar al tuerto.
    Claro que había que buscar remedio a los males. La madre amante recurrió a la terapéutica de todas las comadres: cocimientos de renuevos de mezquite, lavatorios con agua de malva, cataplasmas de vinagre aromático…
    Pero la porfía no encontraba dique:
                Uno, dos, tres,
                tuerto es…
Pescó por una oreja al mentecato y, trémulo de sañas, le apretó el cogote, hasta hacerlo escupir la lengua. Estaban en las orillas del pueblo, sin testigos; ahí pudo erigirse la venganza, que ya surgía en espumarajos y quejidos…Pero la inopinada presencia dos hombres vino a evitar aquello que ya palpitaba en el pecho del tuerto como un goce sublime.
    Fue a parar a la cárcel.
    Se olvidaron los remedios de la comadrería para ir en busca de las recetas del médico. Vinieron entonces pomadas, colirios y emplastos, a cambio de transformar el cúmulo en espeso nimbo.
    El manchón de la inquina había invadido sitios imprevistos: un día, al pasar por el billar de los portales, un vago probó la eficacia de la chirigota:
    “Adiós, ojo de tirador…
Y el resultado no se hizo esperar; una bofetada del ofendido determinó que el grandullón le hiciera pagar muy caros los arrestos…Y el tuerto volvió aquel día a casa sangrante y maltrecho.
    Buscó en el calor materno un poquito de paz y en el árnica alivio a los incontables chichones…La vieja acarició entre sus dedos la cabellera revuelta del hijo que sollozaba sobre sus piernas.
    Entonces se pensó en buscar por otro camino ya no remedio a los males, sino tan sólo disimulo de la gente para aquella tara que les resultaba fastidiosa.
    En falla de los medios humanos, ocurrieron al concurso de la divinidad: la madre prometió a la virgen de San Juan de los Lagos llevar a su santuario al muchacho, quien sería portador de un ojo de plata, exvoto que dedicaban a cambio de templar la inclemencia del muchacherio.
    Se acordó que él no volviese a salir a la calle; la madre lo sustituiría en el deber diario de surtir las frutas, las verduras y las legumbres a los vecinos, actividad de la que dependía el sustento de ambos.
    Cuando todo estuvo listo para el viaje, confiaron las llaves de la puerta de su chiribitil a una vecina y, con el corazón lleno y el bolso vano, emprendieron la caminata, con el designio de llegar frente a los altares de la milagrería, precisamente por los días de la feria.
    Ya en el santuario, fueron una molécula de la muchedumbre. Él se sorprendió de que nadie señalara su tacha; gozaba de ver a la gente cara a cara, de transitar entre ella con desparpajo, confianzudo, amparado en su insignificancia. La madre lo animaba: “Es que el milagro ya empieza a obrar… ¡Alabada sea la virgen de San Juan…!”
    Sin embargo, él no llegó a estar muy seguro del prodigio y se conformaba con disfrutar aquellos momentos de ventura, empañados de cuando en cuando por lo que, como un eco remotísimo, solía llegar a sus oídos:
                Uno, dos, tres,
                tuerto es…
Entonces había en su rostro pliegues de pesar, sombras de ira y resabios de suplicio.
    Fue la víspera del regreso; caía la tarde cuando las cofradías y las peregrinaciones asistían a las ceremonias de “despedida”. Los danzantes desempedraban el atrio con su zapateo contundente; la musiquilla y los sonajeros hermanaban ruido y melodía para elevarlos como el espíritu de una plegaria. El cielo era un incendio; millares de cohetes reventaban en escándalo de luz, al estallido de su vientre ahíto de salitre y pólvora.
    En aquel instante, el seguía embobado, la trayectoria de un cohetón que arrastraba como cauda gruesa una varilla…Simultáneamente al trueno, un florón de luces brotó en otro lugar del firmamento; la única pupila busco recreo en las policromías efímeras…De pronto el sintió un golpe tremendo en su ojo sano…Siguieron la oscuridad, el dolor, los lamentos.
    La multitud lo rodeó.
-    La varilla de un cohetón ha dejado ciego a mi muchachito- gritó la madre, quien imploró después-: Busquen un doctor, en caridad de Dios.
Retornaban. La madre hacía de lazarillo. Iban los dos trepando trabajosamente la pina falda de un cerro. Hubo de hacerse un descanso. Él gimió y maldijo su suerte…Mas ella, acariciándole la cara con sus dos manos, le dijo:
-    Ya sabía yo, hijito, que la virgen de San Juan no nos iba a negar un milagro… ¡Porque lo que ha hecho contigo es un milagro patente!
Él puso una cara de estupefacción al escuchar aquellas palabras.  
-    ¿Milagro, madre? Pues no se lo agradezco, he perdido mi ojo bueno en las puertas de su templo.
-    Ése es el prodigio por el que debemos bendecirla: cuando te vean en el pueblo, todos quedaran chasqueados y no van a tener más remedio que buscarse otro tuerto de quien burlarse…Porque tú, hijo mío, ya no eres tuerto.
Él permaneció silencioso algunos instantes, el gesto de amargura fue mudando lentamente hasta transformarse en una risa dulce, sonrisa de ciego, que le iluminó toda la cara.
-    ¡Es verdad, madre, yo ya no soy tuerto…! Volveremos el año que entra; sí, volveremos al santuario para agradecer las mercedes a Nuestra Señora.
-    Volveremos hijo, con un par de ojos de plata.
Y, lentamente, prosiguieron su camino.
          
La Parábola del Joven Tuerto, Francisco Rojas González.  

  
  

Buena visión (panóptica).

“Artículo primero. Se castigará con la PENA DE MUERTE, además de a los trastornadores del orden público que señala la ley del 25 de enero de 1862: 
  • Primero. A los que inciten a la suspensión del trabajo en las fábricas o empresas destinadas a prestar servicios públicos o la propaguen: a los que presidan las reuniones en que se proponga, discuta o apruebe; a los que defiendan y sostenga; a los que la aprueben o suscriban; a los que asistan a dichas reuniones o no se separen de ellas tan pronto como sepan su objetivo, y a los que procuren hacerla efectiva una vez que se hubiese declarado. 
  • Segundo. A lo que con motivo de la suspensión de trabajo en las fábricas o empresas mencionadas o en cualquiera otra, y aprovechando los trastornos que ocasiona, para agravarla o imponerla destruyan o deterioren los efectos de la propiedad de las empresas a que pertenezcan los operarios interesados en la suspensión o de otras cuyos operarios se quieran comprender en ella; y a los que con el mismo objeto provoquen alborotos públicos o bienes de cualquier ciudadano, o que se apoderen, destruyan o deterioren bienes públicos o de propiedad particular…”
Ciudad de México, 1 de agosto de 1916
Venustiano Carranza

Con el predominio del grupo carrancista el poder político pasó a los elementos representativos de los sectores medios marginados durante el porfiriato. La política carrancista representó esencialmente los intereses propios de los sectores medios urbanos y rurales. Para institucionalizar su sistema de dominación política y lograr la reestructuración económica, incorporaron a los grupos más importantes de las clases populares, pero manteniendo sobre ellos un control indiscutible. La incorporación subordinada de obreros y campesinos se logró por medio de: 
  • La derrota de los principales caudillos populares (Villa y Zapata),
  • Otorgando ciertas concesiones a los reclamos de estos, y 
  • La cooptación sistemática de sus representantes o la represión de los que se resistieran.
Para Katz: “No había nada de muy revolucionario en la política económica nacionalista de Carranza. Lo que se propuso fundamentalmente fue restablecer las condiciones del porfiriato en beneficio de grandes segmentos de la clase alta tradicional del México y de su nueva burguesía. El propósito de Carranza era ganarse a estos grupos a expensas tanto de los intereses extranjeros como de las clases más bajas de la sociedad mexicana, sobre cuyos hombros habría de caer la carga de los costos de la revolución. Por razones obvias, le fue mucho más fácil imponer dicha carga a los pobres que a los intereses extranjeros.”
    Pronto, Álvaro Obregón se convirtió en el imán de una nueva alianza política. En alguna ocasión, cuando se le preguntó si tenía buena vista respondió: “La tengo muy buena. Imagínese que alcancé a ver la presidencia desde Huatabampo”.
    En junio de 1919, Obregón lanzó su candidatura presidencial. Desde entonces, se abrió una brecha entre el gobierno de Sonora y Carranza, que apoyaba a Ignacio Bonillas. El 23 de abril de 1920, el gobernador de Sonora, Adolfo de la Huerta, se rebeló formalmente con el Plan de Agua Prieta y encabezó el Ejercito Libertador Constitucionalista. Obregón acusó a Carranza de intentar imponer a Bonillas en la presidencia y la rebelión cundió por todo el país. El 7 de mayo de 1920 Carranza tuvo que evacuar el D. F. y el 21 de mayo fue asesinado en Tlaxcalantongo. Los obregonistas “inculpablemente serenos se fueron a lo suyo” y el mismo día del entierro de Carranza se fijó la fecha para las elecciones generales y se designó presidente provisional a Adolfo de la Huerta.
    Con Álvaro Obregón inició la hegemonía del grupo revolucionario sonorense. Obregón enfrentó y derrotó a Carranza sin la participación de una parte importante del ejército federal, el comandado por Pablo González. Los ejércitos obregonistas recibieron una amplia recompensa a su lealtad, mediante ascensos y la posibilidad de usar sus cargos en beneficio personal.         


martes, 1 de febrero de 2011

Carranza felicita a Obregón.

Señor General Álvaro Obregón. Celaya, Gto. Acabo de recibir el mensaje de usted en que me comunica el brillante triunfo alcanzado hoy en las inmediaciones de esa ciudad sobre las fuerzas de la reacción capitaneadas por Francisco Villa. Felicito a usted y al Ejército bajo su mando, el primero que encuéntrase en lucha por la libertad venciendo en una batalla al Ejército más numeroso y de mayores elementos que se han puesto frente a los ejércitos del pueblo, que han luchado por sus derechos y por su libertad. Con la victoria de hoy queda vencida la reacción y espero que muy pronto terminará esta guerra que tantos sacrificios y tanta sangre de buenos hijos ha costado a la Nación. Con pena me he impuesto de las perdidas que hemos tenido. Salúdolo respetuosamente.
V. Carranza.

Cuartel General en Celaya, Gto. Abril 7 de 1915. Señor V. Carranza. Veracruz. Satisfáceme comunicar a usted que en estos momentos 7:30 p.m. regreso a este campamento, así como las fuerzas de caballería que batieron en su retirada al enemigo. A grandes rasgos y a reserva de rendirle el parte detallado, me permito darle en este mensaje algunos detalles del combate. A las 10:00 a.m. de ayer una columna de las tres armas, al mando de Doroteo Arango (alias Francisco Villa) atacó nuestra retaguardia que estaba mandada por el general Fortunato Maycotte. A las doce salí personalmente con un tren de mil quinientos hombres a proteger al general Maycotte, quedando en el campamento los generales Hill y Castro comandantes de las divisiones de infantería y caballería respectivamente, alistando a todas las demás unidades de este Cuerpo de Ejército de Operaciones…a la una de la tarde de hoy ordené se tomara la ofensiva…Villa fue el primero en huir…Los jefes que tomaron parte en este hecho de armas son: Generales Castro y Hill jefes de las divisiones de caballería e infantería respectivamente; generales Leveaga y Manzo, jefes respectivamente de las brigadas primera y segunda de infantería de Sonora, generales Alejo G. González, Fortunato Maycotte, Jesús S. Novoa y Alfredo Elizondo de la División de Caballería del general Castro, generales Martín Triana y Luis M. Hernández quien aun no tiene mando de fuerzas, estuvo siempre en mi compañía juntamente con mi Estado Mayor. Los citados jefes con sus subordinados, se portaron con la suficiente energía para verle la espalda a los traidores. Felicítole por este triunfo. Respetuosamente."
General en Jefe. 
Álvaro Obregón.