sábado, 18 de diciembre de 2010

Sufragio efectivo, no reelección.


A fines 1910, bajo el lema maderista “sufragio efectivo, no reelección”, se inició una serie de movilizaciones armadas en contra del régimen personalista de Porfirio Díaz. El 21 de mayo de 1911, por medio de la firma del Tratado de Ciudad Juárez, los revolucionarios lograron un triunfo relativamente rápido (en seis meses aproximadamente) sobre Díaz. Sin embargo, la Revolución no concluyó allí, con la llegada de Madero a la presidencia, la moderación en la reformas produjo gran descontento entre varios líderes, antiguos simpatizantes de la revolución maderista, quizá el más destacado fue Emiliano Zapata. En este sentido, se pueden apreciar diferentes períodos de la Revolución Mexicana, diversas perspectivas de lo que se consideraba debería ser la reorganización del país, lo mismo que en las prioridades, reclamos, propuestas e intereses, en ocasiones, incluso, completamente divergentes. Así, se podría mencionar las siguientes etapas como las más importantes: 
  • Entre 1910 y 1911 se desarrolló una movilización liderada por Francisco I. Madero cuyo reclamo principal era la ausencia de democracia en el régimen de Porfirio Díaz. Esta movilización logró el derrocamiento de ese régimen y concluyó con el golpe de estado de Victoriano Huerta.
  • En contra de Huerta estuvieron los simpatizantes y ex-simpatizantes de Madero, Francisco Villa y Zapata, respectivamente, pero la oposición más importante provino de un antiguo funcionario del porfiriato, Venustiano Carranza. En 1914, con la firma de los Tratados de Teoloyucan, este levantamiento logró derrocar al régimen de  Huerta. 
  • Entre 1914 y 1917, al interior del triunfante grupo revolucionario, se desarrollaron una serie de disputas, purgas y violentos conflictos armados que concluyeron con el dominio de la perspectiva más experimentada en política, la representada por Venustiano Carranza y Álvaro Obregón, mientras que Zapata y Villa que, de una u otra forma, representaban los reclamos sociales y económicos más urgentes fueron marginados. La Constitución carrancista de 1917 se apropió de los reclamos originales de líderes agraristas como Zapata y Villa, sin embargo, su puesta en práctica, ya sea por falta de una auténtica convicción sobre sus postulados o por otro tipo de limitantes, durante mucho, tiempo se aplazó, se practicó sólo parcialmente y en una gran cantidad de ocasiones se dio marcha atrás en sus premisas.                          

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