México 2010, a un siglo de distancia de la Revolución Mexicana ¿es posible pretender que sus reclamos originales se concretaron en logros específicos?, ¿hasta que punto?, ¿hubo continuidad entre los principios proclamados y las acciones realizadas?, ¿es valido o deseable asirse de aquella veta "revolucionaria"?
México a principios del siglo XXI, sí, México…pero, ¿qué México?, ¿cuál México?, el del norte, el del centro o el del sur. El que habla español, el que habla nahuatl o el que habla spanglish. El que se promueve en las reuniones turísticas y financieras o el que con gran complicidad incrementa las ganancias de sus negocios ilícitos. El que maldice pero soporta o el que guarda la compostura y, quizá por ello, avanza con un disimulo casi imperceptible pero consistente, tal vez, demasiado consiste. El que en Londres, Paris, Cannes, etc. etc. hace gala de su picaresca naquitud o el que sin dejar de ser cool tiene, también, que dejar de ser naco.
El del porfiriato, el revolucionario, el revolucionario institucional, etc.…El México que, “democráticamente”, cada fin de semana promueve, la fe en un incierto, glorioso, campeonato mundial de fútbol o el que cada lunes se abstiene de hacer del deporte un tema de conversación ya sea porque prefiere el béisbol, el cine o alguna otra de las prácticas de supervivencia extrema que hay que realizar en las junglas naturales o de acero de este país. El México respetuoso que domingo a domingo, desde el pulpito, construye su laicismo o el del fervoroso, antiguado, fanatismo anticlerical. El que se ríe de la muerte y de la vida o el que se enoja y pierde. El enterado y advertido o el sepultado. El del vigilante caballero emprendedor, el de las instituciones sólidas y confiables o el del sereno ciudadano armado con cámaras y celulares…benévolos desfacedores de entuertos.
México a principios del siglo XXI, sí, México…pero, ¿qué México?, ¿cuál México?, el del norte, el del centro o el del sur. El que habla español, el que habla nahuatl o el que habla spanglish. El que se promueve en las reuniones turísticas y financieras o el que con gran complicidad incrementa las ganancias de sus negocios ilícitos. El que maldice pero soporta o el que guarda la compostura y, quizá por ello, avanza con un disimulo casi imperceptible pero consistente, tal vez, demasiado consiste. El que en Londres, Paris, Cannes, etc. etc. hace gala de su picaresca naquitud o el que sin dejar de ser cool tiene, también, que dejar de ser naco.
El del porfiriato, el revolucionario, el revolucionario institucional, etc.…El México que, “democráticamente”, cada fin de semana promueve, la fe en un incierto, glorioso, campeonato mundial de fútbol o el que cada lunes se abstiene de hacer del deporte un tema de conversación ya sea porque prefiere el béisbol, el cine o alguna otra de las prácticas de supervivencia extrema que hay que realizar en las junglas naturales o de acero de este país. El México respetuoso que domingo a domingo, desde el pulpito, construye su laicismo o el del fervoroso, antiguado, fanatismo anticlerical. El que se ríe de la muerte y de la vida o el que se enoja y pierde. El enterado y advertido o el sepultado. El del vigilante caballero emprendedor, el de las instituciones sólidas y confiables o el del sereno ciudadano armado con cámaras y celulares…benévolos desfacedores de entuertos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario